martes, 14 de abril de 2015

Crónicas de un G7 pop


Desde Lübeck, Alemania, una crónica del absurdo escenario en los días previos a la llegada del Grupo de los 7. Blandas manifestaciones pop y un premio nobel en medio de un nada claro panorama político.

En la pequeña ciudad alemana de Lübeck abril se abría paso con su impredecible clima, tanto es así que el 1 de abril nos sorprendió una fuerte nevada matutina y a partir del 4 una optimista racha de días soleados alegraron la ciudad. No sólo el clima abrileño descolocaba a los nunca acostumbrados habitantes norteños, sino también la enrarecida atmósfera sociopolítica de la zona. El 5 de abril Lübeck amaneció decorada con pequeños cartelitos amarillos pegados en algunas vitrinas y postes de iluminación con la inscripción “wir brauchen kein G7” (nosotros no necesitamos ningún G7). Estas sutiles manifestaciones de repudio al congreso político no llamaban todavía la atención de los ciudadanos (a excepción de un servidor y otros colegas latinoamericanos) ni de los medios de comunicación alemanes. Con el pasar de las semanas, los rumores de inactividad comercial y programación de demostraciones fueron tomando lugar en cada charla de café, pero todavía la magnitud de los hechos no era medible. Mucho tiempo atrás se habían comenzado en la coqueta ciudad norteña las obras para la construcción del nuevo Hanse Museum (Museo Hanseático) y sala de congresos, donde ya se planeaba llevar a cabo el controversial G7.
En la mañana del 12 de abril Lübeck amaneció forrada de policías. Camionetas azules y blancas y otras verdes, de las cuales salían como producidos por un juego de estrategia funcionarios uniformados. Las manadas policiales comenzaron desde temprano a moverse por las principales arterias del tránsito del centro. Tanto los alrededores del nuevo museo como la plaza frente a la municipalidad (locaciones elegidas con suficiente antelación por los manifestantes para expresar su repudio desde el día 13 de abril a partir de las 17hs. Según lo estipulado en el comunicado publicado en el diario) habían sido valladas, lo cual dificultaba el transito peatonal. Ese mismo día pero al anocheser aparentemente, en medio de uno de los mayores despliegues policiacos que seguramente Lübeck haya sufrido, en la puerta de mi domicilio, a 200 escasos metros del hotel donde Los 7 se alojarían, alguien cortó el candado de mi bicicleta y se la robó... Además la tranquila ciudad se colmó de curiosos turistas que como laboriosas hormiguitas rojas fotografiaban cada detalle del decorado: las improvisadas notas pegadas en las puertas de los negocios cerrados, las interminables postales de las camionetas de policías con el fondo de la puerta medieval de la ciudad, en la que se lee la inscripción “Concordia domi foris pax” (Adentro concordia, afuera paz). Y a estos se sumaban las grandes cadenas de televisión (NDR, SWR, etc...) que parecían sacarse los ojos por un miserable metro cuadrado cercano al nuevo Museo Hanseático para postrar allí sus sets de filmación.
El día trece del mes cuatro era el elegido por los manifestantes para comenzar su expresión pacífica contra la reunión de altos mandatarios (pese a que la policía dice haber encontrado adoquines escondidos en los tachos de basura por los manifestantes, quienes se piensa tuvieran la idea de arrojarlos tanto a las fuerzas policiales como a los mandatarios, la demostración fue pacífica). En efecto, la manifestación se realizó la noche del día 13 de abril. Con la particularidad de que fue llamada Tanz-Demo (Demostración danzada) ya que consistió en una inusual fiesta con música techno en la cual alguna bandera amarilla (amarilla como los cartelitos de hacía una semana) flameaba sin mucho ímpetu, y las consignas de la demo no parecían del todo claras. Los transeúntes ajenos a todo este despliegue pop no lograron establecer una única versión de lo que la demostración quiso expresar, o de qué manera es que se opuso al G7. De todas maneras el ruido de la música a todo volumen a altas horas de la noche y el inusual (y exagerado) despliegue policial (según el diario local Lübecker Nachrichten hubo unos 3.500 policías para unos 500 manifestantes) prometían, al menos hasta la mañana siguiente, una importante propaganda periodística. Pero esa misma noche de 13 de abril quiso el destino, que con cada uno de nosotros se divierte, acallar a uno de los tambores más estridentes de los últimos 50 años de la escena política, cultural y literaria centroeuropea, y todo Alemania lamentó la pérdida del escritor Günter Grass, quien a causa de una infección falleciera en una clínica de la coqueta, pequeña, norteña y revolucionada ciudad de Lübeck. El 14 de abril los diarios alemanes mostraban una llamativa primera plana con el rostro de Günter Grass y escondida en un pequeño recuadro, una mención a la fallida primera demo pop contra el G7. Pese a todo, tanto para esta noche de 14 de abril, que sólo los periódicos del mañana sabrán cubrir o encubrir, como para las subsiguientes hasta el final de la semana, las demo pop prometen movimientos más serios y pancartas elocuentes.
Un latinoamericano que ya no cuenta con su bicicleta, se pregunta si es risa o preocupación lo que debiera sentir frente a esta crónica de lo absurdo, en tanto las demostraciones pop, tan blandas y poco claras, no terminan de representar y expresar las problemáticas que el G7 representa: una reunión exclusiva de las altas esferas económicas que, así como si nada, construyen un santuario del pasado (un museo) para sentarse a la mesa de las grandes desiciónes y rever sus planes, seguramente lejanos a una política humanitaria, sobre cómo mantener el poder geopolítico y económico, endeudando y desendeudando naciones.



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